Definiendo la Comunidad Desde la Perspectiva de un Biólogo y Ecólogo Especializado en Carnívoros.
- Fernando Moreno-Castillo
- Apr 11
- 6 min read

Durante mis estudios de formación en las ciencias naturales, he aprendido a definir una comunidad ecológica como un grupo de especies que interactúan, viven en el mismo entorno y afectan la supervivencia y la abundancia de las demás. Estas interacciones pueden incluir relaciones como la competencia, el mutualismo y la simbiosis. La estructura y composición de una comunidad ecológica están determinadas además por factores como el clima, los recursos y las interacciones entre especies, contribuyendo al funcionamiento saludable general de un ecosistema.
Por otra parte, la biodiversidad se refiere a la variedad de vida en todas sus formas, incluyendo la diversidad de especies, la variación genética dentro de las especies y la variedad de ecosistemas en los que viven. En ecología, utilizamos la biodiversidad como un indicador clave de la salud y estabilidad de un ecosistema, y de cómo este puede soportar funciones ecológicas esenciales como el ciclo de nutrientes, la polinización y la regulación climática. Medimos la biodiversidad en varias dimensiones: la diversidad alfa, cuantificada en un parche local de hábitat; la diversidad beta, calculada en una red de parches locales; y la diversidad gamma, medida a escala regional. Estos términos simplemente proporcionan una forma útil de describir la diversidad en diferentes escalas espaciales, y su uso es flexible según el contexto geográfico del área estudiada.
Los índices de biodiversidad son medidas cuantitativas utilizadas en ecología para evaluar la diversidad de especies dentro de una comunidad ecológica. Como ecólogos, estamos capacitados para medir la biodiversidad mediante varios índices. Algunos de los principales índices utilizados comúnmente en ecología incluyen la riqueza de especies, la uniformidad y el índice de Shannon-Wiener. La riqueza de especies (S), la medida más sencilla, representa el número total de especies en un área determinada sin considerar su abundancia. La uniformidad (E) refleja cuán equitativamente están distribuidos los individuos entre las especies. La uniformidad varía de 0 a 1, siendo 1 una abundancia igual de todas las especies. Por ejemplo, un paisaje con un 90% de una especie y un 10% de otra tiene menor biodiversidad que uno con tres especies igualmente representadas. Por último, el índice de Shannon-Wiener (H') mide la diversidad de especies teniendo en cuenta la riqueza y la uniformidad. Valores más altos indican mayor diversidad.
Otros índices estándares que empleamos para cuantificar la biodiversidad son el índice de diversidad de Simpson (D), que evalúa la probabilidad de que dos individuos seleccionados al azar pertenezcan a diferentes especies, donde un valor más alto indica mayor biodiversidad; el índice de Margalef (d), que utiliza la riqueza de especies en relación con el tamaño de la muestra, ofreciendo una medida relativa de biodiversidad; y el índice de Berger-Parker, que mide la dominancia al determinar la proporción de la especie más abundante en relación con el total de individuos en la muestra.
En ecología, cada uno de estos índices nos ayuda a comprender la salud del ecosistema, su resiliencia y los efectos de los cambios ambientales en la diversidad de especies en diversos ecosistemas. Por lo tanto, una comunidad con alta riqueza de especies tiene una mayor variedad de organismos, lo que puede aumentar la resiliencia frente a cambios y perturbaciones ambientales. A menudo, una mayor riqueza de especies también conlleva relaciones más complejas, como competencia, depredación y mutualismo, que influyen en la estructura y función de la comunidad. Comprender la riqueza de especies es esencial para los esfuerzos de conservación, ya que mantener comunidades ecológicas diversas apoya la salud y la sostenibilidad del ecosistema.
Más allá de cómo la ecología la define, una comunidad puede interpretarse como algo más que un grupo de personas o especies que viven en la misma área, compitiendo y estableciendo interacciones transaccionales; es un sistema de apoyo y una red de individuos que se unen para elevarse y ayudarse mutuamente en tiempos de necesidad. Que esta explicación de la biodiversidad y la riqueza de especies sirva como mi humilde interpretación de que, en términos humanos, una comunidad tiende a ser mas prospera cuando ésta es diversa en todos los aspectos de composición, pensamiento, ideología y perspectiva.
Yo crecí en Granada, en el sur de España y me mudé a los EE. UU. a finales de los años noventa. Desde entonces, he vivido en muchas áreas de esta fantástica nación, como los increíbles estados de Oregón, Washington, Florida, Wyoming, Nuevo México y ahora California. Las diversas comunidades de las que he formado parte me han moldeado como la persona que soy hoy, enseñándome colectivamente los valores de la bondad, la perseverancia, el liderazgo y la responsabilidad. A través de estos eventos e interacciones, he experimentado el profundo impacto de trabajar juntos para crear un mejor entorno para todos. Un ecosistema más saludable y funcional, por así decirlo.
Ser parte de una comunidad también significa reconocer nuestro papel en la vida de los demás. Los lazos que he formado con otros miembros de esas comunidades, los desafíos que he enfrentado y las lecciones que he aprendido de aquellos que me han guiado en mi camino han reforzado mi creencia en la importancia del compromiso cívico, la empatía para con el otro, y la responsabilidad colectiva. Las experiencias que he ganado al ayudar a otros también han moldeado mis valores y me han inspirado a seguir trabajando por el mejoramiento de mi comunidad.
En mi carrera anterior como gerente de hostelería antes de la universidad, siempre busqué oportunidades para contribuir y apoyar a mis compañeros. Aprendí a priorizar el liderazgo mediante el ejemplo y a establecer un estándar de excelencia, que después mi equipo y compañeros seguirían naturalmente. Liderar dentro de mi comunidad también me ha enseñado el significado del liderazgo auténtico, que puedo resumir como el aprovechamiento de la empatía, la paciencia y un compromiso con mis congéneres para fomentar un entorno de apoyo en el que todos se sientan animados en cada paso del camino, empoderados y sintiéndose parte de algo más grande que la unidad.
Fuera de la escuela, he dedicado mi tiempo a servir a la comunidad más amplia a través de varios esfuerzos voluntarios. Una de mis experiencias más impactantes fue entregar comidas a personas mayores en Santa Fe, Nuevo México, con mis hijos en el Día de Acción de Gracias, durante el cual recorrimos la ciudad distribuyendo alimentos a familias necesitadas. Presenciar la alegría de aquellos que nos recibían en sus hogares ayudó a reforzar mi creencia en lo crucial que es devolver y ayudar a otros para mantener un sentido de comunidad y pertenencia, una noción que espero haber inculcado también en mis hijos.
Otra forma en que he buscado enriquecer mi comunidad es a través de campañas de defensa y concienciación. He participado en eventos para generar conciencia sobre la sostenibilidad ambiental, los problemas de justicia social y la salud mental, un tema que me toca profundamente. Colaborar con organizaciones como WildEarth Guardians, el Servicio de Parques Nacionales de EE. UU. y el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE. UU. ha ayudado a promover discusiones significativas y a fomentar soluciones proactivas para los desafíos de nuestra sociedad. A través de mi trabajo de defensa, he aprendido que crear un cambio positivo comienza con difundir la conciencia e inspirar a otros a actuar. Así, mi compromiso con mis objetivos profesionales, la defensa y el activismo por causas sociales han moldeado aún más mi profundo sentido de responsabilidad para generar un cambio positivo en mi entorno. Al trabajar para conservar especies silvestres y restaurar nuestros ecosistemas naturales, me he comprometido a ponerme al lado y ser la voz de aquellos miembros no humanos de mi comunidad que no pueden abogar por sí mismos. Ese mismo principio ahora me guía en otros aspectos de mi comunidad humana.
Mi último punto para conectar todas estas reflexiones se ilustra con cómo algunas comunidades indígenas perciben este sentido de unión e interconexión en sus comunidades. Cuando alguien enferma, muchas tribus nativas americanas se reúnen, celebrando ceremonias para ayudar y participar en la curación de sus miembros enfermos. Este principio es poderoso porque les recuerda a los individuos que pertenecen a un colectivo y los empodera para promover su curación al presenciar cómo su comunidad se une por ellos. Pero más importante aún, estas comunidades nativas americanas también agradecen a aquellos que enferman, pues a través de su enfermedad, la comunidad toma conciencia de un desequilibrio en su grupo y, por lo tanto, puede trabajar colectivamente hacia el equilibrio nuevamente.
Como biólogo natural y ecólogo, he estudiado cómo la extirpación de especies clave, como depredadores apicales, especies de nicho que desempeñan roles ecológicos esenciales, puede mostrar de manera similar un desequilibrio en el ecosistema, desencadenando una cadena de efectos en cascada que enferma los sistemas que solían habitar. También he estudiado cómo, tras su regreso al paisaje, su presencia influye en la restauración de la integridad y resiliencia de la comunidad ecológica, permitiéndole resistir posibles perturbaciones en el futuro.
Creo que esta es una filosofía convincente que, dentro de una sociedad individualista alejada y desconectada de su hábitat natural como la nuestra, haría maravillas para guiarnos a volver a lo esencial de lo que significa ser humano. En mi humilde opinión, esta desconexión de la naturaleza y del uno del otro, mientras somos empujados aún más hacia el aislamiento que el individualismo y la sociedad tecnológica actual conllevan, es una de las principales fuentes del declive de la salud mental humana, las enfermedades fisiológicas y el colapso general de la moralidad societal que estamos experimentando actualmente. Así, restaurar un sentido de comunidad más cohesivo y rico, como reintroducir grandes carnívoros en un ecosistema comprometido, puede mejorar nuestro ecosistema societal y, en consecuencia, hacernos individuos más saludables.
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